Durante años, en una de las orillas del paseo de Extremadura, a la altura del número 325, una niña de mirada profunda no ha perdido de vista el agitado asfalto que tenía ante sus ojos. Tampoco a los miles de vehículos (unos 80.000 diarios) que han venido surcando esa arteria durante los días laborables. Algún que otro conductor giraba la vista ayer hacia ese lugar donde la niña, superviviente de un manto de grafitis, engullía un coche. De ahí que, con toda lógica, hubiera quien la denominara tragacoches. Un mural, obra de la artista Lian Monserrate, hecho añicos bajo una montaña de escombros conformada por las tres viviendas expropiadas y demolidas durante el fin de semana. Movimientos imprescindibles de ese proyecto para el soterramiento de la A-5 que mañana cogerá vuelo definitivamente.
Ayer, una excavadora limpiaba de escombros esa zona del barrio de Lucero donde está prevista la creación del denominado Nodo Lourdes. Uno de los siete nuevos enclaves que quedarán dibujados en ese futuro Paseo Verde del Suroeste, encargado de enterrar el actual paseo de Extremadura. En un futuro ya no tan lejano (pongamos unos dos años), ese lugar servirá como conexión con los parques de la Cuña Verde y la Casa de Campo. Habrá una plaza blanda cubierta con pérgolas y una ruta a pie, como si esa autovía que tantos vecinos, durante tanto tiempo, han vivido como una brecha insalvable. Entre ellos, algunas de las familias que hasta hace unos días habitaron los tres inmuebles que son historia desde el pasado fin de semana. Porque tanto el futuro túnel como la ejecución de las pantallas que lo acompañarán se veían condicionados por la presencia de estos edificios, ubicados junto al parque del Cohete.
Los bloques de viviendas demolidos en la A-5.
Dos de los bloques fueron construidos allá por 1930, y con casi 100 años a sus espaldas, contenía seis viviendas, un local comercial y tres almacenes-estacionamiento. En el restante, dos viviendas de 92 metros cuadrados. Y entre sus viejos muros, a unos centímetros de la A-5, siete familias que han tenido que hacer las maletas. También, varios okupas que fueron desalojados del recinto tras el proceso de expropiación. Todos ellos estaban afectados por la ordenación entre los enlaces de Yébenes y Batán y fue el Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, responsable también de la obra, quien ejecutó la expropiación.
Según fuentes del Ayuntamiento, la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo (EMVS Madrid) se encargó del realojo de cinco de las familias afectadas por el soterramiento. La entidad ofreció viviendas de alquiler «adecuadas a sus condiciones familiares» y en una zona próxima al lugar donde residían en ese momento. También, en las mismas condiciones que el resto de inquilinos de la empresa municipal. De las dos restantes, hubo quien optó por la indemnización que correspondía al ser propietario.
A 50 km/h de velocidad
Es una de las intrahistorias del soterramiento de la A-5, la mayor obra de transformación en la capital desde la que Gallardón llevó a cabo en la M-30, hace ya dos décadas. Mientras muchas otras familias contemplan (algunas aún con cierto escepticismo) desde los balcones de ese entorno, a un par de pasos del paseo de Extremadura, el ritual de preparación de ese megaproyecto del suroeste que mañana zarpa.
Para ello, ayer, en horario nocturno, comenzaron las labores para la reducción a sólo dos carriles de circulación por sentido de cada una de las dos calzadas del Paseo de Extremadura. Durante la primera quincena de febrero se desviará el tráfico sólo en la norte, sentido salida de Madrid, quedando habilitados dos en cada dirección. Una actuación que está previsto que se extienda hasta final de año. A principios de 2026, el tráfico se trasladará a la calzada sur para trabajar en la norte. Y advertencia: la velocidad máxima de la vía se reducirá de los 70 km/h actuales a sólo 50.